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Secreto

Pongo mi mano Alrededor de tu cuello. No te hago daño sólo aprieto un poco, hasta que eres muy consciente de mis uñas presionando tu piel. Una piel que, sin poder controlarse, se eriza bajo mi tacto. Acto reflejo, inspiras. Tu pecho se llena, aunque sientes que te falta el aire. Tu corazón se acelera y siento tus latidos en las yemas de mis dedos. La respuesta automática, que tu instinto no duda en reclamar es acercarse más; no llegas a pegarte, apenas te acercas a mi escalofrío, y sin embargo Lo sientes. Bajas la mirada buscas la mía, como si fuesen tus ojos los que quisieran confirmar todas tus dudas. Pero entonces, te das cuenta de las mías. Y de nuevo tu instinto puede más que mi fuerza de voluntad. El rol cambia y tu tomas las riendas. Tu mano sube, tímida y delicada pero imparable. Y llega hasta mis labios. No los tocas, apenas los rozas; los dos sabemos que si lo haces estamos perdidos. Así que sigues bajando, y siguiendo a tu dedo bajar po

Cartas

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Siempre me ha gustado escribir.  Y leer. Siempre me ha encantado perderme entre las líneas ajenas desconocidas que me contaban mil historias, aquellas que me ayudaban a escapar de mi mundo.  Historias que me ayudaban a descubrir nombres para lo que sentía dentro y no sabía identificar. Historias que vives y sientes, que te llenan y que van completando poco a poco ese puzzle tan complejo que es uno mismo. Las historias, los libros, los cuentos, siempre se me han parecido mucho a las personas. Creo que son historias vivientes, que te influyen, enseñan y ayudan a completar las piezas que te faltan. Al igual que, de algún modo, podemos llegar a a ser la pieza de todos aquellos que nos conocen. Desde que era pequeña, tenía un plan muy claro en mi mente (Bueno, tenía muchísimos y la mitad eran absolutas locuras, por lo que poco a poco voy consiguiendo borrar los sosos) Siempre he pensado en ser madre, es algo que me apetece en un futuro, y estaba decidida a que, para que mi/s hijxs

Cicatrices

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Una cicatriz ¿duele? Duele la herida infligida, el daño, el golpe, o el sentimiento. Pero, ¿una cicatriz? Al igual que muchas cosas, depende de cada uno. Duele porque la ves, la sientes. Duele porque está ahí para recordarnos algo.   Causa el mismo efecto que un marco tumbado.   Una silla vacía.  Un lado de la cama sin deshacer. Pero llega un momento en el que la cicatriz deja de sentirse. O, al menos, de forma dolorosa.  Nos recuerda algo que sucedió, que vivimos, que disfrutamos, que sentimos. Algo que quisimos.  Nos recuerda que estamos vivos.  Y nos prohíbe caer y no levantar, nos prohíbe no estar agradecidos por esos recuerdos.  Nos obliga a buscar de nuevo lo que hemos perdido. Así, poco a poco, nos vamos labrando nuestras marcas en la piel.

Un sueño

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    El peso de la tabla encima de la cabeza logra espabilar un poco los sentidos.     A tan tempranas horas es difícil pensar, y lo que se piensa nos juega malas pasadas. La línea del horizonte sigue donde ayer, frente a nosotros, tan firme como siempre. Aunque el mundo de uno mismo se desmorone por un momento, mirando fijamente al horizonte consigues mantener los pies en el suelo.     El neopreno es suave pero duro; se resiste como si no quisiera meterse contigo en el agua. Está frío. Al contacto con tu piel notas escalofríos subir por la columna. El recuerdo de una larga caricia aparece de repente en la mente. No la ves, ni está ahí, pero sientes lo que te hizo sentir. Con la cera vas pintando la superficie de la tabla, cubriendo la zona bien para evitar posibles deslizamientos; otro recuerdo, aunque difuso, concreto y claro, del dibujo de un plan futuro en una servilleta. Otro sentimiento. Seguir pintando la tabla y sonreír al recordar el dibujo.      La tabla en el suelo, es

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¿Y por qué? No lo se. Pero me gusta. Me gusta girarme y tenerte al lado; me gusta buscarte entre la gente, encontrarte antes de que me veas, y descubrir que te alegras de que aparezca, casi como si temieras que no fuera a hacerlo; me gusta sentir tu contacto, cuando recorres con el dedo mi espalda por diversión, o cuando me mueves el pelo rogando que lo deje suelto; me gusta que me beses, porque lo haces con delicadeza, para retener más tiempo el contacto, o con fuerza, intentando tomar todo lo que puedas de esa acción; me gusta abrazarte, y encontrar en tu cuerpo mi lugar en el mundo, y mi sitio de recreo; me gusta que te guste, me gusta que me quieras. Me gustas tu, y todo lo que haces. ¿Y por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? ¿Por qué? No lo se. Pero me gusta =)

Lágrima

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Una lágrima. La primera siempre es una; y una es la primera de muchas... Señal de dolor y de felicidad, de miedo y de emoción; no es más que una respuesta del alma al sentimiento. Y sin embargo, ¿por qué ahora nos cuesta tanto llorar? Es de necios pensar que es muestra de debilidad; a veces una lágrima da más poder que un mismo sentimiento. A veces, una lágrima es la que nos salva. A veces, esa lágrima está cargada de pensamientos, recuerdos y momentos que la mente y el alma necesitan olvidar, y soltar esa lágrima, significa nuestra salvación. No es de débiles ni cobardes; es de sabios, la lágrima.

De nombres

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El último libro que he devorado me ha hecho pensar mucho en esto. Los nombres. Si lo pienso bien, me doy cuenta de que son lo que mueve el mundo; tanto los hayamos establecido durante muchos años para poder transmitir ideas ( < mesa > para denominar ese mueble de tu habitación que se esconde debajo de todas tus porquerías; < cama > que denota ese lugar particular de cada uno en el que crea sus propias fantasías y ve hechas realidad otras muchas) etc, o bien, de propia invención que ayuden a cada uno a representar su mundo (aquellos que, antes, con un < supercalifragilístico > lo decían todo) También, no se vosotros, pero a mí me encantan los absurdos pero rematadamente exactos ^^ Una zapatería llamada Huellas ; una librería llamada Estanterías ; una peluquería llamada Pelos ; una pastelería llamada Dulces ; o incluso una guardería llamada Chupetes . Son de verdad, os lo prometo. Y me encantan ^^ Sea como sea, los nombres, y ya no hablo de los normales y comunes, si